Nantucket
-¡Atención, timón a estribor! ¡Actúen como si estuvieran vivos, hombres! ¡Tú, atención al sónar!
La tripulación se movía como una máquina perfectamente calibrada, llevando al navío a través de un mar tan azul como el cielo. Hay pocas nubes allá donde firmamento y océano parecen unirse y sólo los más valientes -o locos- se atreven a llegar. A pesar del trabajo, hay una relativa calma; pero eso está por cambiar.
Una de las alarmas se deja escuchar. Toda la tripulación eleva la mirada dirigiéndola a la fuente del sonido. El capitán se acerca al operador del sónar y, seriamente, con voz profunda pregunta:
-¿Qué es?- su voz es tranquila, profesional, pero se puede adivinar cierta ansiedad. Casi se diría que hay emoción.
-Aún está lejos para saberlo con certeza, Capitán. Podría ser un banco de peces… un gran banco de peces.
-Usted lo ha dicho, es demasiado grande para ser un banco de peces. Es demasiado grande para ser cualquier cosa. Encienda el altavoz, quiero escucharlo.
El interior del puente se siente denso. El silencio es pesado, bochornoso. Todos esperan el sonido, conteniendo la respiración. El operador del sónar obedece la orden recibida y el sonido del océano llena el lugar. Entonces escuchan el canto. Es inconfundible y estos hombres acostumbrados a los peligros sienten cómo sus pieles se erizan, saben lo que viene y están listos para enfrentarlo. Miran al capitán, ven su expresión sonriente, triunfante.
-¡Todo a babor! ¡A sus puestos! ¡A las armas!
Obedecen. Hoy pueden alcanzar la victoria o perderse para siempre siguiendo a este hombre cuya obsesión raya en la locura. Esperan encontrar la gloria acompañando al mutilado Capitán Ahab a bordo del Pequod. En las profundidades el enorme y blanco cetáceo percibe peligro y se prepara para el ataque. La batalla está por iniciar
El Satánico Dr. Iosephus
Tarea
Después de leer el texto anterior, menciona la situación comunicativa
sábado, 26 de enero de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario